UN DIA EN EL HOTEL CANINO CUERNAVACA


 

A eso de las 7:00 de la mañana, llega una persona del equipo a levantarnos y sacarnos al jardín... nos urge salir al baño.

Mientras nos estiramos y nos saludamos con los otros huéspedes, nos calentamos haciendo un poco de ejercicio.

Estamos pendientes pues ya empieza a escucharse el ruido de platos metálicos siendo llenados del sabroso desayuno, croquetas que me traen de casa.  Ya nos urge, tenemos hambre,  ladramos para que se den cuenta!!

A cada quien nos ponen nuestro plato,comemos separados de los demás porque es mi comida... nadie roba a nadie y no hay pleitos.  Si estámos inapetentes, nos acompañan, animan, ponen una golosina o en caso de no querer comer, se nos guarda para más tarde.

Mientras desayunamos, ya alguien está recogiendo deposiciones en los jardines y revisando que tengamos agua limpia y fresca.


 Volvemos a salir al jardín muy contentos "con la pancita llena" y empezamos a jugar

 El humano que nos atiende, recoge los platos del desayuno, los lleva a lavar y nos "tiende la cama" ordenando la habitación.



Estamos todo el día al aire libre, tomamos sol, nos refrescamos a la sombra; cuando vienen a limpiar nuevamente el jardín, aprovechamos para que nos lancen alguna pelota o juguete y distraernos un rato más.

Muchas veces, si lo pidieron nuestros dueños, nos dan un sabroso baño, con agua tibia y hasta pañuelo perfumado nos ponen.

Ladramos tan fuerte como podemos cada vez que tocan el timbre, pues sabemos que algo va a pasar: llega un nuevo huésped, o lo vienen a recoger. Si no acostumbramos ladrar en casa...aquí aprendemos y hasta ¡competimos!

Y ya se acerca la hora de la merienda... para que no se les olvide, siempre hay alguien que a ladridos, les recuerda.

Entramos a nuestras habitaciones y patios, a devorar nuestras porciones y volvemos a salir al jardín limpio y con agua filtrada hasta las 7:00 pm, que nos mandan a la camita a dormir.  Si hace frío, nos ponen pijama y nos dan las buenas noches.

Cierran la oficina, prenden el riego por aspersión, sueltan a las dos perras guardianas, cierran puertas, ponen alarmas y hasta el día siguiente.


                                                                                                                                       

   Eso sí, nunca se olvidan de darnos nuestras medicación si lo requerimos.

 Nos acarician con frecuencia, nos tratan muy bien.

A los pequeñines les dejan estar a ratos en la oficina... bueno, ¡este lugar nos encanta!

                                 Espero que mi familia humana tenga oportunidad de verme en televisión, pues hay cámaras que toman los                                                                                                                jardines todo el día.